
Durante los felices años del gobierno del duque Felipe de Orleáns; los placeres y la felicidad se respiraban en toda Francia. El Palacio Real se transformó en centro de diversiones y entretenimiento. Allí se desarrollaban descaradas fiestas, encuentros inmorales, galas musicales y representaciones teatrales. La alegría había remplazado a la guerra y las penurias de la monarquía de Luis XIV. Los teatros parisinos no daban abasto y toda la nación se había transformado en un inmenso escenario. Los cómicos con sus farsas, hacían olvidar al pueblo sus tristezas. Por unos momentos, los infaustos recuerdos de la reciente historia, parecieron desaparecer... * Texto completo.
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