martes, 23 de marzo de 2010

El desierto de la reina.

La reina pensó que su paraíso fortificado, permanecería en la opulencia por toda una eternidad. Pero el poder del desierto, con su aridez, se extendió por todo el reinado... Con una bronca y una impotencia incontrolable se dijo:
- Que triste final me ha impuesto la ingrata tierra... Vivo rodeada de oro, esplendor y riquezas. Aún permanezco gozando de las dulzuras y el desenfreno de mi reducido reino. Harta de siervos, payasos y ministros, que no pueden calmar mi angustia. Respirando una suave y húmeda brisa en mi paradisíaco castillo. Pero con un alma sedienta, que no encuentra consuelo... Me encuentro sentada en este mínimo vergel, que se resiste a ser devorado por el polvo. Rodeada de buitres y moscas, que juegan a mi alrededor, después de engullir su abundante carroña. No hay forma de ocultar el terrible desierto que me cerca por todos lados... Ya no puedo ocultar mi desgracia... Soportando en mi vergel; espero en vano la lluvia que no llega. Mientras la pequeña orquesta de mi reino, busca endulzar mi corazón. Las máscaras se caen, mostrando la desolación. Los ilusorios paraísos que he fabricado, se derrumban despedazados por el polvo...

* Texto completo.

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