jueves, 28 de octubre de 2010

La parábola del presidente insensato.

Había en una región del sur un presidente muy poderoso, cuyas riquezas se expandían sin límite. Especulaba con la compra y venta de propiedades, cuyos precios aumentaban sin razón. Su astucia para el comercio, le permitió acumular una riqueza incalculable. Era un hábil comerciante, que hacia gala de su don. Sus opositores sentían algo de envidia por su prosperidad. Pero él los combatía con su férrea ideología. Aunque las disputas políticas y el esfuerzo que eso implicaba, le afectaron en algo su salud...

Su extravagante política populista; repartía migajas de riqueza a los miserables que lo adulaban. Pero desplegaba el odio y la cólera, frente a sus opositores. Fomentaba el resentimiento y el deseo de venganza entre sus seguidores, que asociaban la justicia con la sed de revancha. Así mientras descargaba su ira contra los opositores; también mostraba una misericordia paternalista con los necesitados...

Pero la vida en este mundo es pasajera y nuestras riquezas no pueden agregarle ni un solo minuto a ella. Entonces en el día menos esperado, la muerte llegó sin pedir permiso... En la morada de los muertos, se encontró con el Creador. Su alma debió enfrentarse con el único que detenta el Poder. Y conducido a un lugar indescriptible, comenzó a sentir los tormentos de una conciencia que lo torturaba...

Nadie sabe en que lugar ultramundano descansa el alma del insensato presidente. Sus riquezas y su poder en nada le ayudaron, para el acceso a la vida del más allá...

* Texto completo.

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