
Quienes siguen esta línea, en donde colocan los sueños de la ciencia y el desarrollo humano, por encima de la vida del embrión, se hallan cerca de una extraña cultura de la muerte. Al igual que en el relato de Dorian Gray, buscan alcanzar la juventud eterna, sin importar los costos que ello implique. Juan Pablo II explica que lo inédito de esta “cultura” de la muerte, es el hecho de que gran parte de la sociedad la justifica en nombre de una falsa libertad individual...
El aborto, la eutanasia y la manipulación de embriones, son los ejemplos más tristes de esta situación que describe el Papa. Ya no se trata principalmente de una matanza de seres inocentes por medio de guerras y atropellos bélicos, sino de una silenciosa y sutil destrucción de la vida humana. Matamos a nuestros niños antes de nacer, sin darnos cuenta la maravilla y la novedad que un embrión implica. Con una maldad nefasta, también buscamos eliminar a nuestros ancianos, puesto que no brindan nada útil ni productivo...
No hay comentarios:
Publicar un comentario