El
espanto es la reacción natural que nos produce, escuchar el llanto de decenas
de niños atormentados por sus maestras... Es que los pequeños del jardín
maternal “Tribilín”; han padecido el mayor de los males que jamás pueda
pensarse. Ellos han sido torturados por quienes deberían brindarles amor,
mientras sus indignados padres no encuentran consuelo... Diluyendo las
responsabilidades en un mar de denuncias y juegos políticos, los burócratas
buscan esquivar su competencia... Las inspectoras son despedidas y la justicia
mantiene su apatía. Pero nuestra desconfianza, nos llena de interrogantes. Es que ¿nadie ha visto nada en tantos años? ¿Acaso no pasaban por allí
cocineras, inspectoras, personal de limpieza, padres, preceptoras,
administrativas, directoras? ¿Es posible que un instituto funcione por más de
quince años sin habilitación ni inspección alguna? ¿Puede haber tanta impunidad
a unas pocas cuadras de nuestros hogares?.. * Texto completo.
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