Como muchos de los ciudadanos, que estamos atravesando este invierno, pertenezco a ese grupo de riesgo, para los que se recomienda la vacunación contra la gripe A... Con cierta ingenuidad y algo de alegría, cedí mi brazo a la punzante aguja. Supuse que cualquier vacuna es capaz de generar una mejoría en la salud y el bienestar de la población. Pero nadie me avisó acerca de sus posibles efectos secundarios. La campaña de vacunación parecía alentadora y sus efectos altamente beneficiosos... Pero con el tiempo sentí una serie de escalofríos persistentes que me condujeron a la cama. Luego de dormir una corta siesta, que no duró más de media hora, pero me pareció prolongada, me levanté con algo de dolor. Entonces, sentí una fuerte presión sobre el hombro izquierdo, que se extendía hacia la mano. Al parecer los ganglios estaban alterados, ante una extraña infección. Comencé sintiendo una serie de hormigueos en las articulaciones, que luego se alternaron con cierto dolor. Ese daño persistente se extendió a todas las articulaciones, que parecían inflamarse sin sentido. Algo mareado y desconcertado, sentí que la fiebre me embestía con todo su furor... Cuando el joven boliviano llegó a mi hogar, le comenté mis padecimientos. Mientras me iba revisando, le pregunté sobre los posibles efectos colaterales de la vacuna. Ante lo cual me contestó que tenía todos los síntomas de gripe A. Continuó expresando que ya estaba acostumbrado a ver ese cuadro, en personas que se habían vacunado...
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