
La doctrina más difundida acerca de la constitución del ser humano es dualista; es decir que reconoce la existencia de un cuerpo y un alma. La filosofía a lo largo de la historia, ha confirmado esta opinión. Sin embargo, la Palabra de Dios no divide al hombre en dos partes, sino en tres: cuerpo, alma y espíritu... Cuando el alma es solamente sensitiva, sufre la corrupción y muere. En cambio, cuando el alma es espiritual o intelectiva, es incorruptible. Por ello, cuando san Pablo habla de la resurrección de los muertos dice: “Se siembra el cuerpo como cuerpo psíquico (σωμά φυσικόν), resucitará como cuerpo espiritual (σωμά πνευματικόν)”... Todos los animales fueron sacados de la tierra. Pero en el hombre Dios coloca su soplo o espíritu (ruahj). Por lo tanto, el alma de los animales, que proviene de una energía corpórea, se diferencia del espíritu humano que proviene del soplo de Dios. El espíritu es como la parte Divina, que cada hombre posee. Es aquello que lo hace participar de la Divinidad. Y por sobre todo, indica lo más íntimo del ser humano, el yo más profundo del hombre... * Texto completo.
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