Hoy es un día de luto, de recuerdo y dolor... La muerte, el espanto y la vejación de miles de ciudadanos han convertido esta fecha, en un día de duelo. En los años de la dictadura argentina (1976-1983), el gobierno formado por la junta militar impulsó la persecución, el secuestro y asesinato de personas por motivos políticos... Por eso recuperar la memoria y exigir la verdad se volvieron reclamos principales...El ocultamiento de la verdad, hizo decir al general Videla: “Debemos aceptar como una realidad que en la Argentina hay personas desaparecidas… ¿Qué es un desaparecido? En cuanto éste como tal, es una incógnita... Es un desaparecido, no tiene entidad, no está, ni muerto ni vivo, está desaparecido”. Según la CONADEP creada al final de la dictadura... el número de desaparecidos rondaría las 9.000 personas... Aunque el debate acerca del número de desaparecidos es interminable y nunca tendrá una respuestas exacta.
Semejantes aberraciones que se han cometido al amparo del Estado, que debe ser el encargado de defendernos, nos parece una locura. Pero también mi memoria cercana, me recuerda que ayer mataron a pocas cuadras de mi casa a un joven de 21 años. Dos motochorros se llevaron la vida, de Lucas Champa, quien parece no tener derecho humano alguno. Su muerte engrosará las nuevas estadísticas de personas impunemente asesinadas. En un nuevo debate por los números, algunos dirán que es el número 9000 de la era Kirchner, otros dirán que es el número 22.000 o 30.000. Pero para su familia, el hijo que perdieron no es un número más...
Seguimos derramando la sangre de nuestros compatriotas sin reaccionar... Manifestamos en distintos medios pidiendo una justicia que nunca llega. Hacemos marchas que nadie parece escuchar. Esperamos soluciones que nunca llegan. Y mientras tanto, la eutanasia social nos viene ganando la pulseada...
Ya estamos cansados de derramar lágrimas y de vivir una triste realidad de desprotección. Encerrados tras nuestras propias rejas, somos los únicos condenados a esta brutal eutanasia social. Tal vez, sea el momento de decir “BASTA”. Y reemplazar aquél lamentable “Nuca más” de nuestra historia, por este nuevo grito desgarrador del clamor ciudadano.
Ya estamos cansados de derramar lágrimas y de vivir una triste realidad de desprotección. Encerrados tras nuestras propias rejas, somos los únicos condenados a esta brutal eutanasia social. Tal vez, sea el momento de decir “BASTA”. Y reemplazar aquél lamentable “Nuca más” de nuestra historia, por este nuevo grito desgarrador del clamor ciudadano.
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