La soberbia y arrogancia del gobierno de Néstor Pierrot eran tan absurdas que lo llevaron a creerse omnipotente. Su obstinada oposición al campo durante la “guerra gaucha”, casi logra enloquecerlo... Pero el Señor se dirigió al campesino Alfredo Dangelis, pidiéndole que libere a los agricultores de la explotación a la que estaban sometidos...
Y cuando el ruralista se encontró con el monarca, le dijo:
- El Señor... me envía a anunciarte lo que puede suceder si no lo respetas. Deja de explotar a nuestro pueblo y elimina los malditos impuestos que caen sobre sus hombros... Hasta ahora, no has escuchado sus ruegos ni lo has obedecido... Deberás soportar, una plaga de mosquitos egipcios, que nacerán del agua estancada. Ellos portarán una gran fiebre, capaz de enfermar a la mitad de la población. Pero si esto no es suficiente y no aceptas nuestros ruegos; de la carne podrida surgirá una terrible plaga de moscas, que pulularán por toda la región de Ocaña. Y si aún no escuchas nuestros ruegos, el Señor te enviará plagas aún peores.
El monarca se rió de la petición de Dangelis y lo expulsó de su palacio. Entonces, el campesino reunió a sus compañeros de la región y abrieron las compuertas de riego. En muy poco tiempo, toda la región de Ocaña se inundó y el terrible calor hizo que los mosquitos comiencen a reproducirse en exceso...
Entonces lo mandó a llamar con el fin de rogarle que aleje la plaga que había enviado. Y con una voz calma, le suplicó diciéndole:
- Rueguen al Señor que aleje los mosquitos de mí y de mis súbditos, y yo me comprometo a bajar los impuestos a los diversos yuyos que siembran en sus campos.
- Dime, ¿cuándo quieres que haga esto por ti y tus servidores? Ante un breve ruego al Señor, los mosquitos desaparecerán de la zona de Ocaña – dijo Dangelis -.
- Mañana –respondió el rey -...
miércoles, 8 de abril de 2009
Las plagas de Ocaña
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