
Durante mucho tiempo no me atreví a describir, lo que viví aquel viernes santo de fin de milenio. Tal vez he tenido miedo a ser tildado de loco o me he tomado un tiempo para comprender qué fue lo que sucedió. Durante unos cortos días de descanso de semana santa en una estancia del partido de Conhelo, tuve una extraña visión. Recuerdo haber visto un insólito perro sobre un árbol caído. La misteriosa imagen era algo deforme y no pude discernirla, a causa de la oscuridad. Al parecer tenía tres cabezas y su cola parecía terminar en forma de serpiente... Su consistencia etérea y su escasa solidez, me atormentaron. Durante toda la noche no pude dormir a causa de la horrible aparición. Y cuando el alba llegó, me dirigí con cierta extrañeza hacia el pueblo. ..

Nunca hubiera sospechado, que frente a mis ojos pudiera aparecer la puerta al infierno y su custodio... Pues no hay escapatoria alguna de ese horno ardiente... El abrumador peso de quienes comenten terribles pecados, les impide levantarse a un mundo superior. Quizá la única leve calma, ante los terribles tormentos del infierno... tal vez consista en buscar alguna salida hacia el mundo de los vivos. Sólo a través de estas compuertas metafísicas, las almas de los réprobos, pueden permanecer unos instantes en el mundo de los vivientes...
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