lunes, 15 de junio de 2009

La gloria del olivo.

Con una austera fascinación, sentí el deseo de conocer aquella magnífica abadía, que fuera la cuna de una estupenda mística. Desde mis años de estudiante de filosofía medieval, había ansiado conocerla. Abandonada en medio de suaves y silenciosas colinas, se veía la pequeña construcción... Su santo fundador había renovado la regla se san Benito y generado un ejército de ascetas, que tanto bien le han hecho a nuestro mundo. Con su vida oculta, su silencio y su contemplación, han permitido que las semillas del Reino de Dios, hagan de nuestro mundo un lugar más apacible. Los fértiles valles de la Champaña, han hecho de esta abadía de Claraval, un lugar agradable y de una tranquila belleza. Sus suaves valles con pequeños viñedos; se ven matizados por el predominante verde de la cebada y la alfalfa. Fue aquí donde su fundador, san Bernardo, dio origen a la orden cisterciense, que se extendiera por toda Europa y marcara uno de lo tantos momentos de gloria de la Iglesia. Pero con el tiempo descubrí; que allí también descansaban los restos de un santo hombre, al que se le atribuyen ciertas visiones sobre la evolución del papado.
El hombre al que quiero referirme es san Malaquías de Armagh. Dicen que unos días antes de su muerte, predijo la desgraciada suerte que sufriría su patria Irlanda, a mano de los ingleses. Aunque como acontece con todo sabio vidente, también predijo el día exacto de su muerte... Pero lo cierto es que su aporte más reconocido, está relacionado con una supuesta profecía que relata la sucesión de papas en la silla de Pedro... Esta famosa visión es reconocida como la profecía de los papas y muchos creen ver en ellas un cierto mensaje apocalíptico...
Todos estos famosos lemas papales culminan con Pedro el romano y el famoso comentario final a la profecía. Acerca de este último papa se dice: “Habrá de apacentar a sus ovejas padeciendo muchas tribulaciones, y luego un juez tremendo vendrá a juzgar a su pueblo”. Los intérpretes no se ponen de acuerdo en el significado de estas palabras. Algunos ven en ellas el fin del mundo; mientras otros ven una referencia a una renovación espiritual... Esperemos que nuestro espíritu esté preparado para esta nueva espiritualidad y recibamos con alegría al Espíritu Santo, que sin duda tendrá una gran influencia en las reformas que se avecinan.

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