
Una de las zonas más prósperas del reino de Carlos Pierrot era la región Pampeana... El rey había impusto a sus ciudadanos una serie de impuestos gravosos, que les impedía progresar. Mientras los pampeanos trabajaban con esfuerzo y sostenían las decisiones del monarca, el resto del los ciudadanos, vivían de los subsidios que su generoso gobierno despilfarraba... Ante semejante presión tributaria, Alfredo de Langelier, decidió dirigirse hacia el palacio real junto a un grupo de campesinos, para pedir una reducción de impuestos. El sistema feudal al que se sentían sometidos, les parecía un abuso... Mientras caminaban hacia la capital, por la avenida Rivadavia, comenzaron a ver los restos de miserables castigos. Cada plaza que atravesaban, estaba repleta de restos de execrables espectáculos. Sobre un amplio lugar en donde cruzaba una calle transitada, se veía una guillotina de varios metros de altura. Su pulido metal, brillaba a metros de distancia. Su armazón era de un pino tan fresco, que aún exudaba algo de vida...
* Texto completo.
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