Mientras mi escritura lo va describiendo; trato de descifrar su mundo repleto de vocablos. Supongo que la jurisdicción de las palabras, sólo corresponden a la Divinidad. Aunque las sentencias imbatibles de este hombre; me impiden detallar verdades distintas, a las que su doctrina impone. Yagger Rúpetor era un filólogo, amante del lenguaje y el uso de las palabras. Sus definiciones universales eran casi irrefutables. Por su mente pasaban miles de nociones y significados, que le permitían manipular la realidad a su antojo. La primera vez que lo encontré me dijo: “Más términos posee mi mente, que todos los que pueden encontrarse en una enciclopedia”. A lo que luego agregó: “Mi intelecto es como un contenedor de conceptos”. Mientras lo voy describiendo, detallo algo de sus conductas amaneradas y sus extrañas perturbaciones de ánimo. Lo recuerdo gritando con sus raros modos y haciendo gala de sus dotes histriónicas...
Rúpetor era un ferviente activista del movimiento homosexual... Como cualquier erudito de clase media, creía profundamente en el poder de las palabras. Todos los ciudadanos de su estilo, confiaban en el poder persuasivo de los medios de comunicación y del correcto uso lingüístico. Creían que podía controlar la realidad a través de los vocablos que utilizaban para nombrarla... Rúpetor pudo controlar palabras, hombres y cosas a su antojo. Pero no pudo evitar la intensidad de la naturaleza. Sus raras conductas opuestas a la naturaleza, lo llevaron a padecer una triste enfermedad...
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